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Una historia para conmemorar, excepto porque fue una pelea entre negocios; unos vieron su negocio ofendido por otro negocio y lo presionaron hasta que cedió, disfrazando esto, claro, como una supuesta preocupación sociocultural (colectivista) por los libros y la lectura, basándose en los pocos índices de gusto por la lectura en el país. Esto no pasó a mayores en materia de actos de censura, pues los ganadores se llevaron todo el crédito, izaron con euforia el pabellón de la cultura y la intelectualidad jactándose de ser sus promotores y defensores.
Recientemente un acto de censura también apareció en los medios, el blanco esta vez fue una exposición de arte, los cristianazis se abalanzaron con toda contra este acto cultural, censurándola, solo porque no les parecía, no les gustaba porque ofendía sus débiles creencias, solo por esto justificaron el cagarse el acto cultural.
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Revista Arcadia incluso llamó esto cruzada, sí, se indiginaron, dieron su apoyo y su solidaridad, se mostraron laicos, amantes de las libertades y los derechos, pero jamás mencionaron que muchos meses atrás los censuradores eran ellos y sus víctimas tuvieron que suprimir un comercial solo porque no les gustó, se ofendieron, como a los cristianazis no les gustó el arte de María Eugenia Trujillo porque les ofendía.
Esa vez la cruzada no era religiosa, era de intelectualoides con delirios de grandeza, imagino que es censura solo cuando les parece, porque cuando les duele el negocio buscan acabar con todo, ahí sí deja de ser censura y lo hacen pasar por una heroica batalla en honor a los libros, ahí sí no es terrible el acto de suprimir aquello que no nos agrada en pro de la sensibilidad.
No hay diferencia entre fanáticos religiosos y revistas amantes de la lectura, cuando de censura se trata los acobardados con doble moral aplastan por igual la libre expresión, y dicen oponerse a la censura, pero hasta cuando les conviene, de ahí para allá...
Me alegra por la artista María Eugenia, su exposición puede seguir adelante sin la tormenta cristianazi encima, como no pasó con Póker que tuvo que ceder a la filantropía de la supuesta élite intelectual.