Parece injusto que los cristianos quieran imponerse ante otras creencias y se sientan atacados cuando aparecen críticas no solo por los absurdos "argumentos" de superioridad (por número y hasta por creer tener la fe verdadera) que los lleva a querer estar por encima de otros cultos, sino también por la violación directa de la neutralidad de las instituciones oficiales, las cuales aspiran utilizar como plataforma para hacer apología y promoción a su religión.
Como religión el cristianismo, que no es la única, tiene la necesidad de implantarse en las endebles mentes a todo costo, buscando generar dependencia mental, mediante el control de todos los aspectos de la vida de los convertidos, para que así no puedan alejarse cuestionándose y más bien se garantice el reclutamiento de potenciales defensores y promotores, esta característica infecciosa ha chocado con las libertades, la autonomía e incluso ha afectado o tiene que afectar la vida misma de los infieles, causando así sea temor, este es el motivo de las constantes amenazas de castigo eterno por parte del celoso y genocida dictador sobrenatural que idolatran.
En Occidente esto siempre ha sido causante de problemas, el cristianismo con violencia siempre estuvo imperando (cruzadas, inquisición, caza de brujas, antisemitismo, etc.) por aferrarse al poder y a los cerebros de las mayorías, haciéndole la vida imposible a quienes buscaron o buscan tener un estilo diferente, por esto fueron la primera y principal oposición a la abolición de la esclavitud, libertad de culto, la separación iglesia-estado, libertad de expresión, el sufragio femenino, y hoy en día siguen siendo los primeros en despreciar los matrimonios de parejas del mismo sexo, la educación sexual, el aborto, la no creencia, etc.
El que, desde los primeros indicios ilustrados y liberales, con auge en la revolución francesa y el nacimiento de los estados laicos modernos característicos del mundo occidental, se hayan negado a todo progreso en materia de garantía de derechos y libertades, es simplemente el reflejo de que el cristianismo nunca dejó de ser el culto oriental más, que en sus inicios llegó a la Imperio romano, al igual que otros muchos buscando adeptos, hasta hacerse popular apunta de hierro y sangre, y solo con este método consiguió apoderarse de reinos y naciones que en su expansión le llevaban, cual peste, como uno de los intereses fundamentales.
Solo por supervivencia tuvieron que adaptarse a los cambios de occidente, no sin antes dar guerra así fuese mediática, para no perder espacios en la mentes de los crédulos, esto suavizó la intolerancia o moldeó el comportamiento fanático que tanto critican al islam, pero no por una sana convivencia, no, solo por conveniencia para tener buenos trozos del pastel, porque los cambios son inevitables y les tocó asumirlos, pero actualmente los lunáticos siguen dejando en claro que no dejarán de buscar imponerse, así tengan que escalar esferas del poder, causar terror o tomar las armas, aunque se hagan pasar por demócratas pacifistas.
Por algo será que ni el corazón del mundo occidental se salva, países como Polonia, Bielorrusia, Austria, Rusia, entre otros siguen vomitando homofobia legado del cristianismo que tienen arraigado, aunque paradójicamente, la afectación del cristianazismo en Europa, lleva que países pequeños del tercer mundo como Uruguay dejen el temor por un dictador sobrenatural y legislen por la defensa de los derechos. Aún así si en el tercer mundo la dichosa religión está incrustada en la sociedad, no es raro que aquí necesiten priorizar sus delirios de superioridad moral sin importar las personas.
Bueno ¿y a qué viene todo esto?
Resulta que en la cloaca ultracristiana ReL un creyón, adulando sus creencias y criticando otras, asegura que el mundo occidental casi corre peligro por el fanatismo del islam, cosa que nadie niega y a todos nos preocupa que la violencia afecte la región, el problema es que el pobre ignaro lo dice con una autoridad moral de un cristianazi, uno que justifica, niega o se hace el de la vista gorda ante los abusos del clero, aún así alerta ante la maldad los musulmanes, al estilo de esos ultraderechistas que se basan en xenofobia, racismo y pendejadas religiosas para decir quién y quién no es la potencial amenaza.
Está bien preocuparse por la violencia, la cosa es que el islam no es la única amenaza, el cristianismo lo ha sido y siempre lo será si los que lo adscriben aseguran que sus creencias personales son algo obligatorio u oficial, casi indispensable en el estilo de vida, esto es igualmente terrible para la individualidad del ser humano, en general la religión puede representar una amenaza a los derechos, no por ser X o Y, sino por el dogmatismo que la destaca, por esto sí debemos preocuparnos todos, la moral selectiva, como la del tal Raad, es evidencia de lo ridículo que son las objeciones desde el cristianismo para con otras religiones, y viceversa, en esa rivalidad los derechos no cuentan, lo que vale es que el culto determinado quede como el verdadero, por eso hace pasar al contrincante como el origen de todo mal pero a sus patéticas creencias como un bien necesario.
Debido a todo esto occidente y las sociedades en general, para evitar la decadencia de la civilización, deben empezar a alejar la religión de asuntos oficiales y primordiales, asumir las supersticiones como cuestión personal es lo necesario para evitar el radicalismo del islam, del cristianismo y cualquier creencia se cague en todo lo que se ha construido en materia de libertad individual.
Si el fundamentalismo del islam preocupa por su avance, el fanatismo cristiano que se ha mantenido en el poder por siglos y siglos, ha atormentado y ennegrecido la vida en occidente y se plantea seguirlo haciendo, si no queremos unos extremistas religiosos sembrando terror ¿por qué entonces permitir la intolerancia cristiana siga saqueando e infectando nuestras sociedades?
Nota:
Dedicado a Sergio Urrego a quien el repugnante cristianazismo persiguió hasta la frontera de la muerte, tuvo el valor de decidir el rumbo de su existencia.
Es el cobarde quien, en su temor biológico e irracional por la muerte, acude a explicaciones sobrenaturales para implorar vida eterna, y, más cobarde aún, quien persigue al contrario para luego negar sus actos.