jueves, 8 de enero de 2015

¿Debo matar a los que se mofan de mí?



La violencia para defender las ideas siempre ha estado presente en la humanidad, tal vez esa sensación egocéntrica de derrota que desea reivindicarse impulsa esto o tal vez el detonante sea el evitar quedar en ridículo ante aquellos con los que compartimos la idea de manera tan ferviente.

La religión es posiblemente el mejor ejemplo de esto, parece lo típico en toda la historia el ver  que se levantaran las armas porque uno le parecía infiel al otro y se equivoca en su posición sobre el dictador celestial que adoran.

Pero también puede ser no-religioso, aunque del mismo grado de fanatismo, otro tipo de ideas las que se han defendido con sangre, los soviéticos, los nazis y fascistas que alcanzaron el poder, usaron la fuerza a la que accedieron para aplastar a los que se les oponían y desafiaban sus ideas.

Uno de los mayores desafíos para estas organizaciones dispuestas a matar por defender su ideas de los irrespetuosos ha sido la prensa, la que se alimenta de la libertad de expresión, ha sido, es y será una piedra en el zapato de los fanáticos, pues gozan de cuestionar los ideales y creencias, incluso, cuando el gobierno protege los derechos, al mismo gobierno que los cobija, toda esta blasfemia gracias a la libertad que tenemos los individuos de expresarnos, por esto mismo el periodismo y la oposición es como un saco de boxeo con el que se desquitan los lunáticos ofendidos porque se mofan de su pensamiento.

Pero ¿y esto es entendible?, ¿y si se justificara?, ¿como que la mujer es culpable de la violación por lo provocadora o el presumido que muestra sus pertenencias es culpable de morir ante el ladrón?


Mejor, ¿el culpable de que yo lo asesine, porque me ha molestado algo que dijo, es él y no yo?

Pues no, no es aceptable ni tolerable creer que la culpa de un delito es la víctima solo porque no me gustaba lo que pensaba sobre mí, de ninguna manera existe justificación para violentar al otro por las ideas contrarias, por eso los estados no pueden exterminar, cual herejes, a los opositores (como pasa con ciertos países) por opiniones.

Si respondo con la violencia a la libertad de una persona, por ejemplo, de hacer una caricatura burlándose de nosotros los ateos, estoy entrando en el círculo vicioso y debo cancelar todo acto de libertad mía, como cuando quiera mofarme o cuestionar otras creencias, ya que debo aceptar las consecuencias de ser violentado por alguien a quien no le gustó, por lo tanto debo hacer un pacto de censura y ceder mi autonomía en pro de la sensibilidad del otro y del terror que causa lo que puede hacer por su fanatismo.

Algo incómodo e imposible, vulnera toda la autonomía de nuestro pensamiento libre de toda presión y chantaje exterior, ¿no?, no tiene sentido ni vale la pena vivir amedrantados solo porque al otro, que no le gustan mis comentarios o arte, está dispuesto a sacrificarme en nombre de sus ideas, tampoco suena razonable querer que el otro viva temeroso de las consecuencias de burlarse de mis ideales, pero reservarme la burla cuando me plazca.

Se supone como civilización pactamos la igualdad ante la ley, en materia de derechos y libertades, podemos o no podemos todos,  por esto no tiene sentido creer que yo sí puedo denigrar de todos, pero cuando me regresen el favor, debo explotar con violencia ante el otro y hacerle pagar, está entendido que si se garantiza la libertad de expresión es para todos, y que así hiera sensibilidades de unos, de ninguna manera existe justificación, permiso o autoridad para matar a los otros por su burla, pasando por encima de su libertad.

El pensamiento no es incuestionable, y la calidad de cuestionable del pensamiento es lo que evita la dictadura de unos por sobre otros, es lo que abre paso a la libertad de expresar lo que al otro no le gusta, no quiere escuchar u oculta.

Tenemos derecho a burlarnos y enojarnos, pero no existe derecho ni justificación para vengar a sangre y fuego nuestras ideas rebatidas por otros, lo único aceptable es responder, o no, a la burla con burla, insultarse hasta el hastío, pero la frontera de la violencia no se puede cruzar en las alturas de las civilizaciones de esta época, es un retroceso, y si se quieren blindar las ideas, cual dictadura de las ideas, las cuales siempre son blindadas con opresión y censura, esto siempre ha mostrado ser dañino para todas las sociedades.

Los religiosos, fachas o los mamertos que justifican el ataque, no se ven justificando atentados, persecuciones y el exterminio de grupos ideológicamente cercanos a ellos, por esto es que las libertades no dependen de la subjetividad de un grupo, más bien cobijan a todos, sin importa las ideas, y es gracias a ello que no son dogmas intocables, pues sería un agente causante de desigualdad donde se favorezcan y defiendan (hasta con la fuerza) ciertas opiniones por sobre otras a gustos de unos cuantos.

Así que sí, la libertad individual está siempre por encima de nuestras opiniones, de las ofensas o sensibilidades, y también del más poderoso amigo imaginario que puedan inventar los crédulos.