¡Adiós! Nunca más nos encontraremos
ni nos daremos la mano nunca más.
¡Adiós! Tu corazón es libre desde ahora
aunque no volverás a ser feliz jamás.
Sé que palpitará de nuevo
con ímpetu doloroso tu corazón
cuando oigas el nombre de aquel amigo
que ya hace tiempo desapareció.
Hay sonidos que no le dicen nada
a la turba arrogante que los desdeña,
pero a nosotros nos es difícil olvidarlos
porque viven fundidos en el alma nuestra.
Se entierra el pasado como en una tumba
en el fondo de aquellos sonidos sagrados,
y sobre la tierra tan sólo hay dos seres
que comprenden y se estremecen al escucharlos.
Estuvimos juntos sólo por un instante,
pero estuvo contenida la eternidad en él;
consumimos todos nuestros sentidos
y todo lo quemamos en el beso aquél.
¡Adiós! No te aflijas. Sé sensata.
No lamentes la brevedad de nuestro amor.
Hoy parece difícil el separarnos,
pero sería aún más penosa la unión.