jueves, 27 de diciembre de 2012

¿Y qué tal la escuela?

Nota: Solo voy a expresar mi experiencia personal y cada quién que se lo tome como se le de la gana.



Fue a inicios de Febrero un muy brillante y molesto miércoles a eso como las 8:30 sonó la alarma interrumpiendo una de mis tantas horrendas pesadillas que me había atrapado. Al consultarle a mi madre por la alarma me recordó que yo me había matriculado en una Universidad y que tenía que ir a la entrevista para ingresar, con extrañeza me fui vistiendo sin recordar nada de ello, hasta que poco a poco volvió a mi cabeza mi intención de estudiar por la simple razón que me dieron unos familiares al recomendarme estudiar algo que a ellos les había ido bien, me dejé persuadir, como buen joven endeble, por estudiar Ingeniería Ambiental, por complacer a la familia, y ese día era la admisión.




Desconociendo la universidad, su ambiente, mal vestido y sin desodorante llegué al sitio tarde y sin saber qué debía hacer, inclusive, me retrasé más porque los vigilantes dejando pasar a todo el que entrara se les ocurrió detenerme a mí y solo a mí asimilando que  yo era de algún colegio y aclarándome la biblioteca para los estudiantes de secundaria no estaba disponible sino hasta marzo, algo confundido tuve que decirles que iba para la entrevista de admisión y se rieron diciéndome que por qué no les había dicho antes...

Después de un rato por ahí buscando, ya encontrado el sitio donde me tocaba la entrevista, me senté en una mesa junto con otras cinco personas, tímido evitando mirar ojos y caras tenía ganas de culminar todo, como quería, derrotado, burlado y sin ser aceptado en la carrera, solamente con ganas de irme de ahí.
Cuando el director de la facultad entró a entrevistar rompió el silencio con un saludo seguido de una pregunta sobre el tema de la carrera, consultaba sobre qué deberíamos hacer en lugar de prohibir el avance de la urbanización para mitigar el daño ambiental, recuerdo que respondí y fui el único errado del resto del grupo. La irracionalidad y desespero con que respondí me hizo sentir ganas de salir corriendo para llegar a esperar en la carretera cerca de la casa a que pasara el medio día y entrar a la casa a disimular que había hecho algo en la universidad, mientras el tipo me corregía todo eso pasaba por mi mente con gran detalle.

Terminado ese fiasco salí sintiéndome mal y pensando que todo había acabado, pero escuché involuntariamente a los otros del grupo con el que me entrevistaron comentar que tenían que ir al auditorio por un examen que había que hacer. Al verlos irse juntos y socializar a una velocidad mayor a la que me tomo yo (más de meses) me sentí un antisocial de mierda.

Dejé que pasara dos minutos pensando sobre si iría o no, además no quería parecer que seguía a ese grupo porque no sabía dónde era y mejor fue esperar. Decidí por ir no sin antes tener perderme dando vueltas buscando el auditorio como imbécil, y eso que no es tan grande la universidad, es más, es demasiado pequeña al punto que el auditorio se ve a la entrada...
Luego de pasear como perro vagabundo llegué al auditorio por el que ya había pasado en más de una ocasión pero mi despistada mente no lo reconoció hasta que me indicaron que era allí, ya dentro me pasaron una prueba que era similar al ICFES y me ubiqué en un puesto lejos del resto de gente que había allí, de pasada observé gente con aspecto de profesores y otros con cara de estudiantes predilectos para la carrera,  y me vi como otro más para la lista de no admitidos.

No se me dificultaron algunas cosas de la prueba como la parte de inglés y algunas que recordé haber visto en la prueba ICFES que hice en grado once, cuando llegué a la parte de matemáticas y física volvió mi tormento escolar, no todas eran complicadas, pero la gran mayoría requería o calculadora o al menos haber puesto cuidado en las clases. Recosté mi cabeza sobre el pupitre y empecé a recordar que cuando hice la prueba terminando el bachillerato el profesor que nos tocó (que se supone daba las instrucciones y vigilaba que no hubiera copia ni nada por el estilo) empezó a hablar con una chica que estaba al lado un poco cerca de mí, no para regañarla o hacerle la charla, se escuchaba que le estaba dando las respuestas de algunas de las preguntas que habían allí, hasta el día de hoy no entiendo por qué ninguno dijo nada. Levanté la cabeza del pupitre para intentar realizar la prueba o al menos hacerlo al azar, empecé por la parte de matemáticas que tenía una hoja de respuestas aparte de la de física, cuando terminé de llenar ambas, siendo al azar, adivinando o creyendo que era la respuesta correcta, noté que había marcado todo al revés; las respuestas de física en la hoja de matemáticas y viceversa. Fue una cagada de la que  me hizo reír un poco pero que me mandó todo a la mierda, incluso empeoró la imagen de mi difuso futuro.

Cuando acabé me fui para la casa casi arrastrando el culo, con una moral y una desolación inmensa. Como a la semana, como dicen por ahí -no jodás- me vi imprimiendo el horario de clase, buscando el salón (la misma rutina, el idiota desubicado) y en clase de matemáticas despistado por no entender casi nada... Sí yo tampoco me lo creía.

Me adapté al ambiente universitario, no era tan complejo como decían en el colegio (hasta me amenazaron que me iban a echar por respondón e irresponsable), parecía como en las calles, la gente pasa, hace lo suyo, se va, pocos quieren problemas, es más en dicha universidad han pasado más de ocho años sin que haya vuelto a verse algún disturbio o acto vandálico, después de que asesinaron dos dirigentes estudiantiles que parecían denunciar algo anormal en la administración todo se calmó. En fin, no eran muchas las molestias por los demás, solo yo y mi poca habilidad para socializar, desde el comienzo odiándolos a todos, adverso a los intentos de algunos a integrarme de manera amable.

Poco a poco materias como química o matemáticas me presionaron, me aplastaron y me torturaron, tal vez lo mismo que siente un claustrofóbico en un ataúd, yo sentía cuando me forzaban a realizar los ejercicios de dichas materias en el tablero, me daba miedo como si fuera un niño idiota y la embarraba terriblemente, todo se iba a la mierda y apestaba excepto cuando me tocaba biología, era genial, la teoría, ir a buscar insectos, saber de Darwin, aprender de nombres científicos, cuando por primera vez en mi vida usé un microscopio...

Recuerdo esa vez, el maestro nos hizo llevar batas y guantes, era pura basura protocolaria, yo estaba tan animado en esa clase que casi me hago sacar por haber capturado un alacrán para dibujarlo y estudiarlo.
Al entrar al laboratorio, el que me dejaran un microscopio y un estereoscopio (algo viejo), sonará patético, pero sentía cómo me maravillaba eso tan raro como era la ciencia, esa curiosidad, esas ganas de dejarme invadir por tantos saberes. Hay que anotar que si estaba ridículamente animado era porque antes de ello nunca pude ver a través de un microscopio, ni en el colegio ni en ningún sitio, y mi primer contacto con un apestoso laboratorio (así lo llamaban) que destaco fue terminando en el grado once, cuando con un compañero hicimos un experimento con ácido nítrico, hierro y cobre (que sabotearon echándole cobre en exceso y llenándose todo del gas que expedía cuando hacía reacción), pero no era nada, mesones con llaves y tuberías, tan pequeño como un cuarto, antes de ser laboratorio era el salón de juegos de los niños de pre-escolar, los hicieron cuando yo ya terminaba el bachillerato y nunca me importó, me dio igual hasta la universidad, cuando vine a sentirme mal por no haber aprendido nada de ello en el colegio, ni por ganas ni por incentivo.


A este punto ya era más amistoso, me iba mal en química, no tanto en la parte teórica, pero matemáticas era mortal, aunque ya socializaba, me explicaban y ayudaban, a cambio de copia en los trabajos yo hacía trabajos de inglés (nada difícil la mierda de siempre que dan en bachillerato). Seguí con mi interés algo científico (a ese tiempo aún era conspiranoico, algo religioso, pero anticlerical y magufo), me asomaba de vez en cuando en la biblioteca a ojear libros que no correspondían a mis materias y otros que sí pero complejos (aún lo hago), intentando entederlos pero sin resultados, saliendo de nuevo sin ganas, como idiota. En las clases de química me quedaba mirando la lluvia como golpeaba las hojas, divagando e idealizando, en las de matemáticas 'dibujaba', dizque 'escribía' 'poemas', era dado a no hacer mucho, y de intentarlo e irme mal, me sentía peor.

El semestre se esfumó, se acabó, ya me había ganado la fama de intelectual solo porque a veces era de los pocos que dejaba la pereza y subía a la biblioteca a sentirme como idiota entre libros, incluso me preguntaban fechas históricas o temas políticos a lo que respondía con burradas parte de opiniones que hasta imagino erradas eran, el todo fue que se había acabado ese semestre, terminé cabizbajo tratando de huirle a la entrega de notas pero me detuvieron mis compañeros y su algarabía alimentada por el licor, tomé poco (y lo hice en parte para dejar un rato la carga de los rechazos y las veces arrojado a la friendzone), me tocó ir a ver mi fracaso académico, de camino el maestro de química se me acercó y me dijo que si me sacaba así fuera un 2.3 (mala nota) me ayudaba porque yo era bueno... Aún hoy no sé si me consideraba así por preguntas estúpidas como qué gases menos pesados que el aire habían o consultarle sobre por qué el hielo flotaba en el agua, ciertamente era una curiosidad que me invadía.

Al llegar a las oficinas rodeado de jóvenes borrachos y jactándose por sus notas recibí lo que merecía, menos de 2.0 en química y matemáticas, en el resto de tres para arriba, era mierda e iba tener que ir a la casa a mostrar que yo era basura inútil para esa carrera y aguantarme el regaño que tanto odiaba, al que prefería que me golpearan como era normal en el colegio al perder más de tres materias.

Me senté a pensar en el pasillo después de ver las notas, a pensar que estaba gastando tiempo y dinero, que le había quitado un puesto a otro tipo que pudo haber sido mejor e incluso pudo haber hecho un aporte grande a la carrera, aunque de todas formas yo era dentro los cuarenta, uno de los cinco anexados, a modo filantrópico o 'relleno', eso hacía más patético todo, como estaba en un tercer piso me dieron ganas de saltar desde allí. Llegué a la casa, me regañaron, me jodieron, no dormí, lloré como inútil a la madrugada y todo siguió igual.


Pasé al otro semestre, era aún peor, repitiendo matemáticas y química, mi horario era un asco, me cancelaron hartas materias por cruzarse las horas, tenía huecos en los que no hacía nada, era lo mismo con esas dos, solo que el tipo de química no estaba, lo extrañé, la última vez que lo vi fue cuando de salida estaba bebiendo con mis compañeros, pues antes, mientras yo me quedaba como vagabundo limosnero tirado en el pasillo, el tipo negoció con los otros estudiantes para que con dos cajas de cerveza pasaran la materia, pero ya no estaba, quedaba solo una tipa, una tonta hermosa, con voz suave, con explicaciones ininteligibles, hasta la cagaba en sus explicaciones o lo hacía mal, fue la misma rutina, intentar, fracasar, joderme, sentirme mal, restarle importancia, al final viendo cómo mis compañeros se follaron a dicha profesora nueva y pasaron esa materia, mientras yo fracasaba por inútil.

Incluso sin importar toda esa mierda que estudié, que practiqué y que pagué para que me explicaran, y hasta dejarme llevar por libros de superación personal ridículos, perdí el parcial final de ambas materias, creyendo que había hecho los ejercicios bien, me jodí de nuevo, la cagué, me revolqué de nuevo en el fracaso y en la basura de la mediocridad. El peso de mi largo historial escolar volvía, recordaba no entender nada, ser regañado por ello, que me cascaran en la casa, resignarme y hacerme más indisciplinado, escupiendo en algunas maletas de mis compañeros, orinando en los pasillos, criticando y haciéndome enemigo de todos cuando la profesora de religión y ética (no era la única) no hacía clase, nunca la hacía, organizaba eventos para vender estupideces y recaudar dinero para paseos estúpidos, era tal la conchudez que la tipa nos decía que cuando la coordinadora o el instructor militar (sí, era colegio militar, privado obviamente) se acercara simuláramos leer los libros que debíamos estar leyendo, me hacían firmar por respondón, por no cantar el himno, por no lustrar las botas o no tener tenis nuevos (no había plata), siempre fui un pésimo estudiante, no lastimaba a nadie o me pasaba mucho de la raya, pero era vago y negado. No fue tan difícil ser así, el ambiente lo disponía, en las clases de sistemas, después de clase un compañero se quedaba viendo porno, yo me quedaba jodiendo con el html que tanto me atraía y también veía porno, pero el profesor nos sacaba enojado y ofendido (aunque eso hacíamos toda la clase mientras él hablaba con algunas alumnas), irónicamente las estudiantes más atractivas (de cerebro pequeño) del salón cerraban la puerta de la sala de sistemas y se quedaban con el profesor, recuerdo que a una de ellas la habían expulsado de un colegio cristiano por andar chupándosela a un maestro en un aula... En fin, era pésimo estudiante y lo soy, y así me sentía después de fracasar, intentándolo o no, daba igual en la universidad.

Luego de mi fracaso repetitivo, en casa se dieron cuenta que de verdad era malo pero esgrimían el argumento de que debía estudiar algo para salir a trabajar, no importaba qué ni si me gustaba o no, algo debía estudiar, así que de nuevo estaba yo pensando en matricular las mismas materias de porquería que había perdido en la misma puta carrera, solo que esta vez cuando lo pensé e iba a hacer era tarde, me pasé de la fecha, se me olvidó, me quedé sin cupo, me regañaron, me aburrieron con lo mismo de siempre, me jodieron, me quedé un semestre sin hacer nada más que leer biología, ciencia, escepticismo y demás, le agarré amor al arte pictórico, al hiperrealismo, al renacimiento, a la ilustración, andaba leyendo otras cosas por curiosidad.

Tuve que buscar otra carrera en la misma universidad, hice el trámite interno a una carrera cuyo nombre es largo y mejor resumo diciendo es para ser profesor de inglés y español, aunque llegué un poco ingenuo, ilusionado y animado como primíparo pendejo eso no evitó que me estrellara con un montón de excelentes críticos de la pedagogía tradicional que no dejaban ni salir al baño, no dejaban debatir las ideas, la carrera se jactaba (y lo hace) de ser la única que la mayoría de sus clases son en mesa redonda para debatir, sí algunas lo hacen, pero otras son como en el colegio, la misma basura que criticaban. Me estrellé con profesores que por su edad olvidaban los temas y la clase se desviaba a relatos de experiencias personales, historias pendejas y sin relevancia, nadie decía nada, y el maestro al decírsele algo se lo tomaba a mal. Me topé con un profesor de antropología que decía que los fósiles son falsos y un montaje, con una maestra que esgrime y esgrimía que no obligarnos a cantar el himno nacional es una alcahuetería, un acto de degeneración, esta misma decía que los hijos de nosotros los ateos iban a ser drogadictos, ladrones y criminales por la blasfemia que han cometido. Me encontré con una biblioteca (ahora que venía algo más animado a la lectura) con los libros hechos mierda, viejos, descuidados, mal ordenados, la mayoría del tiempo estaba y está vacía, no entraba (ni entra) ni la madre del vigilante, con secciones de basuras de posmodernismo y psicoanálisis (en lo que respecta a mi carrera) ocupando el espacio para libros mejores y considerables, me topé con misas en la universidad y cuando decía algo porque era una universidad pública todos me acusaban de amargado, antisocial, aburrido, irrespetuoso, loco, me miraban como mierda, los mismos compañeros que hacen sus trabajos a pura estética y apariencia, con colores y dibujitos, pero su contenido es pobre, no es raro, todavía pega mucho el aspecto y no el relleno. Me estrellé con gente de carreras científicas hablando de pseudociencias, de magufadas, defendiéndolas, con compañeros de mi carrera que no les gusta ni gustaba leer, que les da pereza, ni si quiera temáticas referentes a lo que les gusta... Hasta me topé con un profesor de ecología al cual le pregunté, por curiosidad, cuántos años habían pasado desde el cambio de lobos a perros, a lo que me miró y me dijo que no preguntara estupideces, que los perros siempre fueron perros, y que como todos los organismos vivientes eran inmutables.

Y sigo aquí, estrellándome, encontrándome y topándome en mi carrera y en la universidad con este circo. Sigo cargando con psicoanálisis y posmodernismo, con burradas que desprecian el método científico, sigo cargando el peso de esta asquerosa y repugnante educación, de mi ignorancia, de mi pereza e irresponsabilidad, de mi desvarío y odios irracionales, con profesores que me miran mal si les pregunto algo por no ser de la carrera en la que ellos trabajan. Acá sigo revolcándome con ellos, que hasta a veces me llaman intelectual y yo tan feliz me siento de ser coronado en nuestro salón el rey de los mediocres, el heraldo de la basura, cuando soy parte del relleno, como todos, siendo y estando en la basura de la escoria más escoria que esta academia de mierda pudo alguna vez tener.

Sigo feliz de tener un incentivo para ser un pésimo estudiante, sea desde que me prohibían entrar en bermudas a clase o me decían cómo debía vestir, desde que les dicen a los otros que con el pelo corto serán buenos estudiantes, que fumar cigarrillo o consumir alucinógenos es un crimen, desde que no rezar o apoyar las misas es un incentivo para ser llamado loco o raro, para ser mirado como un pedazo de basura, desde que clases con nombres como Epistemología de la Ciencia no son más que pérdidas de tiempo escuchando relatos personales, una otra vez, y todo el semestre se consume en ello y nadie cambia ni dice nada...