jueves, 14 de marzo de 2013

Carne de cañón

Con la elección del nuevo idiota útil, para que comande las hordas de endebles mentales de ese asqueroso estado medieval y teocrático del Vaticano, también se viene las nuevas ediciones de blasfemia, nada litúrgico se salva, ni siquiera Vergolio I.




Pero con la noticia de la elección de este boludo también salieron nuevas sorpresas. Solo un milagro del gran Cthulhu haría que la perseguida y censurada página (gracias a las basuras religiosas como el bigotroll de Bermúdez) de Peneadictro XVI volviera a su actividad.

Otro de lo nuevo es la estupidez de mucha gente, que en su intento de hacer ver la clase de cuestionable persona que es el nuevo papanatas, usaron la minería de citas y la cagaron obviamente:

La cagaron como siempre los austriacos de FAL, y de paso, mis queridos amigos mexicanos también la embarraron 


Como bien ha hecho nuestro amigo de Proyecto Austriaca Sandía , esa falaz y errónea atribución se regó por una gran cantidad de páginas ateas, sin investigar, pensar o dudar, divulgaron esa pendejada, que desgraciadamente (no debería tomarse o generalizarse así) nos hace ver a los que blasfemamos como unos mentirosos desesperados por desacreditar a esa gentuza religiosa.


Otra cosa que comentar es que ya empezaron de nuevo con las estúpidas quejas por la blasfemia con la nueva página de Vergolio I, que como comenté en otra entrada es una burrada eso de que las denuncias puedan ser quejas dispensables y sin sentido alguno solamente porque alguien publica algo que no me gusta:




Así la gente se hace la imagen que libertad de expresión es que los demás digan y hagan lo que me gusta, cuando no me agrada entonces ya no es libertad y hay que amputarle el derecho al individuo que lo hizo...

Así piensan los religiosos y mucha gentuza hasta atea (como los de Ateísmo Magufizante).


De todas formas, ahí tienen carne de cañón para blasfemia, a ver si de nuevo vienen los imbéciles a censurar y perseguir por su susceptibilidad a la libertad de expresión y sacar en cara que es que las creencias están por encima de las libertades.